Cerradura de puerta de baño público que funciona con moneda. Para cerrar la puerta y poner el letrero de libre a ocupado había que insertar una moneda de un centavo por la ranura. De ahí la expresión "to spend a penny".Imagen del Science Museum de Londres. [Fuente]
Históricamente, las letrinas públicas compartidas han sido características de la mayoría de las comunidades, y esto sigue siendo así en países en desarrollo como Ghana, China e India. Los baños privados y segregados por sexo fueron una invención moderna y europea occidental ligada a la urbanización, el surgimiento de la reforma sanitaria, la privatización de las funciones corporales y la ideología de género de áreas separadas. Como explica la historiadora Deborah Brunton, en el siglo XIX, servicios públicos como la pavimentación, la iluminación y los servicios contra incendios fueron asumidos por las autoridades municipales como parte de su jurisdicción para garantizar "la circulación libre y segura de bienes y personas" (2005, 188; ver también Laporte 1993). Desde la década de 1840, la preocupación por la salud pública dio a la provisión de baños públicos una urgencia moral y práctica, mientras que la exitosa instalación por George Jinning en The Great Exhibition de 1851 dio a los baños el sello de aprobación oficial (Wright 1960, 200). Sin embargo, la gran mayoría de las instalaciones públicas eran solo para hombres: mientras que las grandes ciudades de Escocia proporcionaban servicios masculinos a partir de la década de 1820, por ejemplo, los servicios femeninos no se construyeron hasta la década de 1860 (Brunton 2005, 191). La falta de baños públicos modificó significativamente la movilidad de las mujeres en la ciudad: en palabras de un contemporáneo: "O las mujeres no salían o las mujeres no 'iban'" (citado en Rappaport 200, 82). En respuesta, la Ladies’ Sanitary Association y miembrxs del público interesadxs hicieron campaña para el establecimiento de las instalaciones para mujeres en lugares muy concurridos. Uno de esos lugares fue el cruce de Park Street y Camden High Street en la sacristía londinense de St. Pancras (Penner 2001).
Fue en ese cruce donde el gobierno local decidió construir un baño para mujeres. Los residentes y propietarios de ómnibus se opusieron fuertemente. No se limitaron a palabras—el prototipo de madera de un baño construido en la obra fue vandalizado bajo el pretexto de que estaba "obstruyendo el tráfico". El 5 de septiembre de 1900, una delegación se presentó ante el gobierno local para exigir que se pusiera fin a la construcción. Sus miembros se quejaron de que el baño de mujeres reduciría el valor de sus propiedades y cuestionaron la necesidad de tales instalaciones, afirmando falsamente que la mayoría de las mujeres que pasaban por el cruce vivían cerca y podían hacer sus necesidades en casa. Finalmente, uno de los miembros admitió que simplemente "no quería un lugar así bajo su propia ventana" (Penner 2001, 41). Otro lo llamó una "abominación". Como resultado, a pesar de la persistencia del solitario George Bernard Shaw, la obra fue abandonada. No fue hasta diciembre de 1905, después de cinco años de estancamiento, que se tomó la decisión de construir un baño para mujeres en Park Street.
¿Qué impulsó la fuerte oposición al baño de mujeres? La historiadora de arquitectura Barbara Penner explica que "los miembros de la delegación sintieron claramente que la capacidad para escandalizar y ofender de la instalación propuesta era causada menos por su función que por el sexo de sus futuras usuarias" (2001, 41). Sancionar el baño de mujeres sancionaba eficazmente la presencia femenina en las calles, que violaba el decoro de la clase media y los ideales de las mujeres como estáticos y domésticos. Además, "debido a sus provocativas asociaciones corpóreas, un baño femenino evocaba el espectro de la sexualidad que... envolvía una nebulosa constelación de cuestiones que iban más allá de la conducta sexual en sí misma" (Penner 2001, 45). Al hacer visibles los cuerpos de las mujeres y sus funciones "privadas", el baño amenazaba con transformar a sus usuarias en "mujeres públicas". Estas evocaciones salieron a la superficie en el aire de superioridad y ridiculización que acompañaron al debate en la junta parroquial*, permitiendo un juego de palabras escurridizo para pasar de los lavabos al burdel. La clase social también jugó un papel importante cuando surgieron temores de que el lavabo podría convertirse en una área en la que las mujeres que salían de compras se mezclarían promiscuamente con mujeres de la fábrica o floristas—suponiendo, por supuesto, que estas últimas podrían pagar el precio prohibitivo (y también controvertido) de un centavo (2001, 45).1
[1] Cabe señalar que los temores de contagio entre clases sociales todavía son evidentes en la Gran Bretaña actual. Un artículo reciente en The Guardian señaló que los ciudadanos de Romsey tuvieron que pagar £5000 por un inodoro nuevo para uso exclusivo de la reina. También tiene su propio "trono" especialmente diseñado y que nunca ha usado en la Government House en Hong Kong (Hoggart 2007, 25).
Referencias:
Brunton, D. 2005. "Evil Necessaries and Abominable Erections: Public Conveniences and Private Interests in the Scottish City, 1830-1870." Social History of Medicine 18 (2): 187-202.
Hoggart, S. 2007. "Simon Hoggart’s Week: Cues, Royal Loos, and Money Down the Pan." The Guardian, October. 20.
Laporte, D. 1993. History of Shit. Trans. N. Benabid and R. el-Khoury. Cambridge, Mass.: MIT Press.
Penner, B. 2001 "A World of Unmentionable Suffering: Women’s Public Conveniences in Victorian London." Journal of Design History 14 (1): 35-52.
Wright, L. 1960. Clean and Decent: The Fascinating History of the Bathroom and the Water-Closet and of Sundry Habits, Fashions and Accessories of the Toilet, Principally in Great Britain, France, and America. London: Routledge and Paul.
GERSHENSON, Olga, PENNER, Barbara (eds.), "Introduction: The Private Life of Public Conveniences", en Ladies and Gents: Public Toilets and Gender, Temple University Press, Philadelphia, 2009, p. 5-6 [Traducción propia]
* Una junta parroquial (vestry en inglés) era un comité para el gobierno local secular y eclesiástico de un distrito en Inglaterra y Gales que originalmente se reunía en la sacristía de la iglesia parroquial. Las funciones seculares y eclesiásticas de los distritos no se separaron hasta 1984 bajo reformas locales de gobierno. [Fuente]