Rented Milk, 2012, Alex Schweder
Performative Renovations
SOAP, Schweder’s Office of Architectural Performances, ofrece renovaciones de los apartamentos de las personas a través de cambios en las formas en que se utilizan en lugar de hacer cambios físicos en el espacio. Suponiendo que las personas usan sus espacios domésticos para performar sus identidades, personalidades y relaciones, tengo una conversación de una hora con mi participante para articular en colaboración quiénes quieren llegar a ser a través de su espacio y diseñar una performance para convertirse en esa persona. Como arquitecto, luego voy a su casa por primera vez, me visto como ellxs, represento el primer ensayo de la performance y luego me tomo una foto en esa situación que finalmente se cuelga en la casa como una instrucción para la renovación.
OK Boyfriend, Alex Schweder
Tub Service, Alex Schweder
[Fuente]
SCHWEDER, Alex, «Performative Renovations,» en alexschweder.com, consultado el 27.03.2019 [Traducción propia]
A Piss-Poor Performance
Comencemos con la pareja casada de Heike y Bill (no son sus nombres reales) que son alemana y estadounidense respectivamente. Los hombres alemanes, según Heike, están menos preocupados que sus homólogos estadounidenses por actuar como una persona masculina en casa. Bill, sin embargo, asocia sentirse libre de hacer lo que él quiere en el baño con la sensación de estar en casa; le gusta estar de pie en el baño para orinar. Esto disgusta a Heike. Ella dice que cada vez que oye a Bill usar el baño de esta manera, tiene la imagen de sí misma arrodillada limpiando su orina; este no es el tipo de mujer que es o quiere ser. Bill se defiende señalando que él limpia el baño a menudo. La tensión entre ellos aumenta y ella responde secamente que aunque él tal vez limpia el baño una vez a la semana, salpica el inodoro con su orina varias veces al día. Surge la pregunta de por qué Bill simplemente no se sienta a orinar, a lo que él responde que se siente afeminado haciendo eso, y con toda la persistencia de Heike, él se sentiría "subordinado" si sucumbiera a lo que él veía como exigencias de ella. Con el aumento de la temperatura emocional, Heike responde que su sentimiento de "afeminado" mientras se sienta para mear es ridículo. "Eso es absurdo, ¡yo no me siento como un hombre cuando meo de pie en la ducha!" grita ella. La cara de Bill se vuelve pálida; no tenía idea de que Heike orinaba en la ducha. "Yo no meo en la ducha. Eso es asqueroso," dice. "Te levantas más temprano que yo, lo que significa que piso tu pis cuando me baño después de ti." "Bueno, así es como yo me siento cuando uso tu váter salpicado," le reprocha,"y además, el agua de la ducha lo limpia todo, que es más de lo que tú haces."
Hace siete años comencé una práctica arquitectónica en la que renuevo los hogares de las personas cambiando las formas en que usan, discuten y piensan sobre ellos más que a través de cualquier cambio material. Como parte de esta práctica, me reúno con las personas en mi estudio para una conversación de una hora sobre sus casas. El éxito de esta rama discursiva de lo que yo llamo arquitectura performativa me ha llevado a establecer SOAP (Schweder’s Office for Architectural Performances). El diálogo anteriormente mencionado ocurrió cuando Heike y Bill vinieron a mí con una renovación específica en mente. Desde el altercado, está claro que el baño – y la forma en que lo usan los hombres y las mujeres – es un punto crítico y un lugar de lucha tanto para nuestra identidad de género como para la forma en que las mujeres y los hombres se relacionan entre sí.
Los seres humanos han diseñado esta cosa – el baño – un lugar donde nuestro interior corpóreo está exteriorizado, donde nuestros cuerpos se convierten en no-nuestros. En el baño o en el váter somos más que simples animales que están de pie o sentados.
Por supuesto, tanto si elegimos pararnos como sentarnos no es algo arraigado sino aprendido. "No se nace mujer, se llega a serlo", declaró Simone de Beauvoir en The Second Sex (1973). El psicoanalista Jacques Lacan también vio las diferencias de género como ilusorias. Para él, la segregación de los baños de hombres y mujeres es la culminación de las "leyes de la segregación urinaria;" éstas se imponen cuando lxs niñxs pequeñxs son entrenados para ir al baño, cuando a los niños y las niñas se les enseña a adoptar posturas específicas para orinar.
[...]
Regresemos entonces a Heike y Bill, a quienes dejamos atrincherados y enojados por las salpicaduras de orina tanto en la ducha como en el váter. Un análisis de su diálogo revela que lo que cada uno quería tenía menos que ver con una idea de género que con el control. Bill sintió su poder comprometido – ya que para muchos hombres el poder está asociado con la masculinidad, dificultando la separación de los dos – si deja que Heike le controle a través de la forma en que mea. Por otra parte, Heike se sintió forzado a performar una femineidad que no le gustaba. Su renovación arquitectónica fue que cada uno pudiera dar su opinión sobre cómo el otro usaba el baño para orinar. Ambos expresaron disgusto por la suciedad percibida del otro, y ambos podrían influir en el otro al cambiar la forma en que se comportaban. Al final, ambos dejaron caer sus armas simultáneamente: cada uno acordó dejar de orinar de pie cuando estaba en casa. Por ello deberíamos hacerles a ambos una ovación sentadxs.
SCHWEDER, Alex, «A Piss-Poor Performance,» Dirty Furniture: Toilet, 3/6, 2016, pp. 98–109 [Traducción propia]