27.9.15

Los parques y la obra Paisajes de Jesús Martínez Oliva






Paisajes, 2001, de Juan Martínez Oliva.
[Fuente: NAVARRETE, A. y JAMES, W.,
The Gendered City. Espacio urbano y construcción de género,
Universidad Castilla la Mancha, Cuenca, 2004, p. 68-72]

Junto a los urinarios, los parques y jardines públicos han sido, durante mucho tiempo, los lugares más populares y concurridos de los encuentros gays. Espacios que daban paso a un mundo que permanecía oculto por códigos y subterfugios que lo preservaban y lo protegían del entorno circundante, espacios escondidos que eran más difíciles de controlar y más seguros que las calles. Los gays fueron ocupando parques y alterando el uso de esos diferentes espacios que se anexionaban mediante la creación de caminos y la introducción de zonas medio ocultas, de espacios localizados entre la ciudad y la "tierra de nadie". Lugares ubicados en los márgenes de las ciudades o de cada uno de sus barrios, zonas apartadas, descampados, playas solitarias, caminos poco transitados, jardines medio olvidados u abandonados..., lugares donde no se llamara la atención y que permanecían invisibles para la mayoría de la población, pero que iban configurando una red cada vez más tupida para los iniciados, para aquellos que,, perteneciendo a una sociedad secreta, necesitaba de unos espacios donde encontrarse y socializarse.1
Sobre este tipo de lugares, el artista Jesús Martínez Oliva (1969) presentó en la 1ª Bienal de Valencia la instalación Paisajes (2001), en la cual diferentes áreas públicas de encuentro homosexual (tales como Russel Square en Londres, el Retiro en Madrid, el antiguo cauce de río Turia en Valencia o el parque de Montjuïc en Barcelona) eran reproducidas en grandes fotografías murales.
Estas imágenes estaban acompañadas de dos bandas sonoras que recogían los testimonios de diferentes hombre que frecuentaban esas zonas y que contaban su parecer sobre el carácter más o menos trasgresor de estos espacios, así como sobre la importancia que éstos habían tenido en la configuración espacial de sus propias identidades. Así, podemos oír a uno de los entrevistados cuando comenta que "un parque que se convierte en otra cosa, ya no es solamente un parque. Es pervertir la idea del uso inicial del sitio", y continúa: "Follar en medio de la calle, en unos espacios tan cinematográficos, incluso dramáticos, tiene un componente teatral que hace que todo sea más intenso." Lo cual le da pie al propio artista para considerar que estos espacios están en permanente flujo, que cambian incluso a lo largo del día y que cada hora modela el sitio, pues "la oscuridad de la noche convierte lugares como parques y jardines habitados durante el día por respetables familias en improvisados  cuartos oscuros durante la noche. la noche transforma la ciudad, sus rígidas formas no desaparecen, pero se transmutan; la red racional de la urbe que organiza y constriñe el espacio desaparece a favor de la intimidad que la oscuridad propicia para el sexo."2 Y es cierto, los parques se convierten en lugares oscuros en los que de noche las formas sólidas desaparecen y ofrecen numerosos rincones en medio de árboles y arbustos donde, a pesar de ser un espacio público, se encuentra un poco de "privacidad".
[1] Véase LEAP, L. William, Public Sex. Gay Space, Columbia University, Nueva York, 1999
[2] MARTÍNEZ OLIVA, Jesús, "Usos y apropiaciones queer del espacio, en NAVARRETE, A. y JAMES, W., The Gendered City. Espacio urbano y construcción de género, Universidad Castilla la Mancha, Cuenca, 2004, p. 56

G. CORTÉS, José Miguel, Políticas del espacio. Arquitectura, género y control social, Isaac/Actar, Barcelona, 2006, pp. 156-157