Para Aaron Betsky, el espacio queer está claro. Es un espacio en el cual la meta es, simplemente, el orgasmo. El espacio queer surgió en respuesta a las instituciones y espacios creados por la modernidad, que, como Aaron Betsky ha descrito, no salieron muy bien para los hombres gays:
Ellos no tenían familias en el centro de sus vidas, por lo que el control del cuerpo se convirtió en lo contrario, por ejemplo la satisfacción del deseo, y el espacio público era donde el hombre queer tenía que esconder su deseo.1
El resultado fue la apropiación de una serie de espacios existentes para propósitos queer, normalmente, escribe Betsky, aquellos lejos de la mirada pública, a menudo furtivos, oscuros y privados; el espacio queer, según Betsky, 'se crea a sí mismo en la oscuridad, en lo obsceno, en lo oculto'.2 De ahí la metáfora del armario, un espacio privado y oscuro no destinado a la habitación humana. En el mundo real, el armario se materializó en espacio específicos. En Gran Bretaña, el baño público se convirtió indeleblemente asociado al sexo gay a través de la práctica del cottaging a menudo suponiendo estancias periódicas en los cubículos de lugares particulares, y su improvisada modificación — los agujeros pueden ser aburridos entre cubículos a través de los cuales puede insertarse un pene, o poner un ojo. La expresión en sí misma, 'cottaging' lleva consigo un magnífico abanico de asociaciones arquitectónicas, aludiendo
irónicamente a un mundo acogedor y feminizado, cuando la realidad era normalmente una apestosa ruina Victoriana. La brillantez inconsciente del término es que habla para dos mundos simultáneamente, y los hombres gays podrían identificarse con ambos. Otros espacios llegaron a ser normativamente gay: internados, prisiones, barcos, en otras palabras instituciones con una población masculina captiva y sexualmente frustrada. O, como el historiador de arte británico Adrian Rifkin ha señalado poéticamente en relación al inframundo gay de París, un espacio gay puede ser casi nada en absoluto, 'la torsión de una escalera, el refugio de un cobertizo, un patio industrial'.3
[1] BETSKY, Aaron, Queer Space: Architecture and Same-sex Desire, Nueva York, 1997, p.9
[2] BETSKY, Aaron, Ibíd., p. 21
[3] RIFKIN, Adrian, «Gay Paris: Trace ande Ruin», en LEACH, Neil, ed., The Hieroglyphics of Space, Londres, 2002, p. 126
J. WILLIAMS, Richard, Sex and buildings, 2013, p. 173 [Traducción propia]